Para los encargados del mundo del marketing, el email marketing es una de las prácticas preferidas de mercadeo digital.
Muchos pensaban que esta estrategia no perduraría en el tiempo, pero los correos electrónicos promocionales están muy lejos de desaparecer.
Los marketeros pueden escoger qué mandan, cuándo y también gestionar todos los datos que estos generan, a diferencia de lo que ocurre en canales en manos de terceros, como son las redes sociales.
Los consumidores no tienen, a menos a primera mano, una visión especialmente positiva del impacto que el email marketing tiene sobre su día a día y sobre sus decisiones de compra.
Cuando se les consulta de forma directa por cómo los mensajes que reciben por email cambian sus decisiones de compra, un porcentaje resaltante señala que esos anuncios no tienen un efecto directo en lo que hacen y compran.
Basados en el estudio de una muestra estadounidense, responde que el 43,7% no se siente influenciado por el email marketing. «No, en absoluto» cuando se le pregunta si los anuncios que reciben a través de las newsletters tienen un efecto, una influencia, en sus decisiones de compra.
Solo un 12,8% asegura que lo son y mucho.
¿Estos datos implican que el email marketing no es tan efectivo como se piensa y que su fin cada vez se acerca más?
No necesariamente. La realidad es algo más compleja.
De entrada, el estudio pregunta por los anuncios, no tanto por los contenidos orgánicos que llegan con esos mensajes y que pueden tener un efecto diferente.
Al mismo tiempo, en los datos del análisis también hay un porcentaje importante de usuarios que no están muy convencidos, pero que tampoco es que no lo estén del todo. Un 43,6% asegura que estos mensajes influyen de cierto modo.
Y, al final, quizás lo que deberíamos sacar de todo esto es que no se pueden pensar las cosas de una manera genérica y total.
Hay que analizar de forma específica y cuidando los targets y los nichos a los que se intenta llegar con un producto en específico.
Los resultados apuntan al éxito
Pese a todo, por mucho que los consumidores vean los anuncios que reciben vía email de un modo crítico, los datos sobre lo que hacen ‘de verdad’ demuestran que su respuesta es bastante positiva.
Esto es, sí quieren recibir envíos en sus buzones de entrada y sí están abriendo las campañas que las marcas mandan.
La edad de oro de las publicaciones confirma ese interés.
Los principales medios han lanzado una avalancha de boletines hiperespecializados a los que sus suscriptores pueden darse de alta, pero también lo hacen directamente los creadores de contenidos.
Si hace unos meses parecía que todo el mundo con ciertas aspiraciones estaba lanzando un podcast, ahora están creando su propia publicidad a través de correos electrónicos.
Para los medios funciona porque con ellas han logrado fidelizar a sus audiencias. Pero si lo hacen y si conectan con sus receptores es porque les han ofrecido envíos de nicho: recibes exactamente lo que quieres y lo que te interesa.
Al mismo tiempo, las propias marcas han visto un crecimiento del interés. La tasa de apertura de los envíos ha crecido durante 2020, al tiempo que lo hacían los clics dentro de la campaña y los contenidos remitidos. Quizás, haya sido porque estamos más tiempo en casa sin mucho más que hacer.
Los envíos poco relevantes y el spam publicitario no funcionan y solo logran opacar el alcance que puede tener un buen contenido para los usuarios.
Por esa razón, la estrategia debe enfocarse en la redacción y creación de contenido de calidad para finalmente persuadir al receptor indicado.